jueves, 6 de octubre de 2022

LOS ANILLOS DE PODER, MIS DUDAS Y ESPERANZAS SOBRE LA SERIE DE AMAZON

 


No deja de ser triste que haya que comenzar aclarando que una opinión sobre un producto no es un acto ni de odio, ni de estima hacia los que participan en el mismo, ni hacia el resto de las personas que opinen sobre dicho producto. Pero estos son los tiempos que nos ha tocado vivir. Las emociones lo dominan todo.  Pese a que se supone que la gestión de las emociones es uno de los grandes logros de la sociedad occidental, da la impresión que son las emociones quienes gestionan a la propia sociedad.



Además el adaptador es el creador de su propia obra, por lo que puede tomarse cuantas licencias artísticas desee, siempre y cuando sean coherentes con su propia obra y no impida su identificación con la obra original. En este otro caso, no estaríamos hablando de una adaptación, sino de una obra inspirada en otra, o de la creación de una obra ambientada en el contexto de otra, que pueden dar lugar a auténticas joyas. Coppola no fue fiel, entre otras razones por motivos personales, a la novela de Conrad, pero Apocalypse Now es una obra maestra de la historia del cine que además presenta la idea subyacente en El corazón de las tinieblas la ilimitada capacidad humana para realizar actos horribles si alguien se considera a sí mismo legitimado para hacerlo.

Tampoco es necesario que en la adaptación se explique aquello que parezca que no entiende en la obra original Howard Hawks no aclara los detalles de la trama de El sueño eterno, que en la novela de Raymond Chandler no se explicaban, entre otros motivos, porque el propio novelista confiesa que él tampoco sabía lo que había sucedido. Sin embargo, los lectores de la novela y los espectadores de la película disfrutamos de la calidad de ambas, sin necesidad de que nos expliquen su trama, y por lo tanto de saber todo lo que ha pasado.

Otro artista diferente al creador de la obra puede aportar argumentos y tramas que no existieran en la obra original, o que hasta contradigan lo que se narraba en aquella. Una de las películas que más disfruté en mi adolescencia, y que aún me gusta mucho, es El secreto de la pirámide,  el desafortunado título español de Young Sherlock Holmes. Barry Levinson y Chris Columbus se inventan una primera aventura de Holmes y Watson en sus tiempos de estudiantes que contradice la forma en que Arthur Conan Doyle narraba cómo ambos se conocían, siendo ya adultos. Esta película es lo que se suele denominar un fanfiction. Sin embargo, cualquier lector de Doyle reconocerá a Sherlock Holmes en el personaje que interpreta Rowe, incluso en aquellos rasgos de su carácter que puedan parecer diferentes a los conocidos. También es cierto, que el Watson que interpreta Cox es más similar al de las películas de la Fox y de la Hammer realizadas en los años 30 y 50 del siglo XX. Como toda la cinta de Levinson destila y confiesa un enorme respeto a Doyle y a su personaje, también en sus otras representaciones audiovisuales, es perfectamente disfrutable tanto por los que se acerquen por primera vez al detective asesor, como por los que se conocen de memoria todas la aventuras de los inquilinos del 221B de Baker Street. Lo mismo, pero en términos aún más elogiosos, cabe decir de la serie de la BBC creada por Moffat y Gattis, y protagonizada por Benedict Cumberbatch y Martin Freeman.

Por otro lado, no creo que sea cierto el tópico que afirma que el libro siempre es mejor que la película que lo adapta. Howard Hawks y Ernest Hemingway ya lo demostraron, cuando invitado por el propio escritor, Hawks llevó a la gran pantalla Tener y no tener. O volviendo a Coppola, pese a que la novela de Mario Puzo es mucho mejor de lo que la crítica suele decir, es mejor El Padrino cinematográfico que el literario. También me gusta más Blade runner de Ridley Scott que ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Phillip K. Dick.

Así pues, podemos decir que el adaptador de una obra tiene un margen casi infinito de maniobra para llevar su visión de la obra original a las pantallas. Asimismo, podemos decir que es totalmente lícito (artísticamente hablando, claro) crear historias con los personajes y el contexto de una obra a la que se desea rendir un respetuoso y sincero homenaje. Por ejemplo, no creo que me equivoque si afirmo que cualquier lector, fan o estudioso de Tolkien ha intentado crear, por medio de cualquiera de las artes, una obra ambientada, inspirada o dedicada a la obra de J.R.R. Tolkien, y que hemos disfrutado leyendo, contemplando o escuchando estas obras realizadas por otros apasionados del profesor.

Por todo ello, es totalmente entendible el deseo de Jeff Bezos de realizar su propio fanfiction ambientado en el legendarium con el que Tolkien deseaba dotar a su país; Inglaterra de una mitología que al nacer de los idiomas que él inventó, contaba con un verdadero aliento, pneuma,  vital. Aunque me temo que justo ahí podemos encontrar algunos de los motivos por los que la serie está creando dudas entre muchos lectores habituales de Tolkien: Amazon no ha tenido en cuenta la concepción filológica y mitológica de la obra de Tolkien. Pero realmente no es necesario hacerlo. Jackson tampoco incluyó dichos aspectos en su adaptación de El Señor de los Anillos y las películas triunfaron tanto entre el público, como entre la crítica. Los lectores más asiduos de la obra de Tolkien también disfrutaron, y siguen disfrutando, de estas películas, a pesar de echar de menos a algún personaje, y buena parte de la cosmovisión que Tolkien presentaba en su obra.

Entonces ¿qué ha sucedido con la serie de Amazon? Si no se han incumplido las “reglas” de la adaptación de una obra literaria, y si el propio Jeff Bezos se confiesa lector y admirador de la obra de Tolkien, ¿por qué ha suscitado tantas críticas?

Podemos en primer lugar, recordar las reticencias que tenía Tolkien hacia las posibles adaptaciones a su obra. Una opinión totalmente compartida por su hijo.  Temía que la fuerza de las imágenes en una pantalla pudiera sustituir o anular aquellas que cada lector recreara en su imaginación mientras lee. Además, Tolkien era consciente de que la naturaleza especial de su novela, y de todo su legendarium dificultaba más aún de lo habitual la adaptación de su obra literaria a las pantallas.

Corroborando los temores de los Tolkien, encontramos en las películas de Jackson otro de los motivos del desapego hacia la serie de Amazon. Las películas de Jackson han implantado en el imaginario colectivo el aspecto de la Tierra Media y de sus habitantes. Tolkien tiene cientos de millones de lectores por todo el mundo, pero lógicamente son muchísimas más las personas cuya única referencia a la Tierra Media son las películas de Jackson. Es lo mismo que sucede con la imagen popular de Sherlock Holmes, Drácula…, a partir de ahí, salvo que interviniera un director del talento de Coppola (o alguien que tuviera la talla artística de John Ford o Howard Hawks) va a ser muy difícil apartarse de la imagen jacksoniana de la Tierra Media.

Es cierto que el equipo de Amazon ha afirmado que no quieren seguir los pasos de Jackson, pero una de las primeras decisiones fue rodar en Nueva Zelanda. Podían haber decidido rodar en la campiña inglesa, o en los Alpes suizos, que son dos de las pocas referencias geográficas que podemos entresacar de los escritos de Tolkien. Pero se rueda en Nueva Zelanda, porque para mucha gente la Tierra Media está en Nueva Zelanda como se puede ver en muchas campañas publicitarias.

Por otro lado, la serie de Amazon incurre en el mismo error que Jackson al adaptar El hobbit. Un libro que como todo buen cuento de hadas es una lectura para niños inteligentes y para adultos que no hayan perdido la capacidad de asombro, pero de un tamaño notablemente inferior que El Señor de los Anillos, pero que se llevó al cine en forma de trilogí fílmica.

Así pues, Jackson tuvo que alargar la trama del original, e incluir personajes y subtramas que no estaban presentes en el libro, tanto para aportar metraje, como para responder a una supuesta demanda del público: la necesidad de presenciar una historia de amor imposible. Efectivamente, me refiero a la historia de la elfa Tauriel y el enano Kili. No entro a juzgar el aporte narrativo de esta subtrama, ni la interpretación de los actores, pero es un recurso que pretende enmendar la plana al escritor. La adaptación se va a alejando cada vez más del original y por el camino va perdiendo la esencia de la obra literaria.

En el mismo sentido, Jackson ya había cambiado el carácter de la mayoría de los personajes de El Señor de los Anillos. Gimli es poco más que un bufón, Legolas nos recuerda a un surfero californiano, los cuatro hobbits parecen niños, y no por su tamaño físico, Aragorn es un pusilánime, Boromir parece un yonki de la guerra. A otros personajes como Éowyn y Faramir se les privó de la grandeza y profundidad psicológica que tienen en la novela. Hay muchos más ejemplos, pero por resumir se puede decir que todos los personajes parecen menos inteligentes y menos valientes en las películas que en la novela.

Estos cambios (a peor) en el carácter de los personajes puede deberse a hacerlos más “simpáticos” y más fácilmente entendibles por el gran público. En mi opinión, eso es maltratar a los personajes y menospreciar al público. Sin embargo, muchas grandes producciones actúan así, como sucede en la serie de Amazon, que a pesar de negarlo, sigue más los pasos de Jackson que los de Tolkien, tanto en lo estético no en lo argumental, al introducir tramas tan ajenas al legendarium,  como lo fueron en su día los midiclorianos a la Fuerza del universo de Star Wars, acabando con toda la mística y el misterio que, acertadamente, se había sugerido en la trilogía clásica de La Guerra de las galaxias. Así, también parece haber un intento de evitar el misterio de lo trascendental en la serie de Amazon. 

También se ha cambiado el carácter de  muchos personajes: Galadriel, Celebrimbor, Elrond o Gil-Galad tan sólo comparten el nombre con los personajes originales. Y, como de costumbre, se les presenta, menos sabios, menos inteligentes, menos fuertes, menos valientes, etc… 

En el legendarium Galadriel lucha, y lidera a otros en la lucha con habilidad y sabiduría, pero su poder es mucho más amplio del que se puede derivar de saber esgrimir una espada. De hecho, para Tolkien los que solo basan su poder  en la espada no son realmente poderosos. No quiero entrar a analizar a la Galadriel de la serie, pero no pudo pasar por alto dos detalles que no me gustaron nada. Nadie puede tocarle el cabello a Galadriel, y nadie de entre los Hijos de Eru duda de la palabra de Galadriel.

Asimismo, se han introducido personajes que no aparecían en las obras de Tolkien. Sin embargo, he de decir que tanto el elfo Arondir, como la enana Disa, su esposo Durin, y el uruk Adar me parecen los personajes más carismáticos e interesantes de la serie.  En cambio la pareja humana de Arondir, Bromwyn no me trasmite nada, quizás porque parece que su personaje tiene como función que el público estadounidense se sienta identificado con los campesinos de las Tierras del Sur. Algo parecido me sucede con Númenor, la veo con más referencias a los EE UU que a la Oesternessë literaria, hasta hay adolescentes camino de su centro de estudio que hablan de la posibilidad de tener una cita. De hecho, en muchas ocasiones la serie parece querer acomodarse a los gustos del público estadounidense.

Sin embargo lo más descorazonador es ver que han obviado la verdadera razón por la que los númenoreanos se apartaron de los valar y convirtieron su afecto por los elfos en desprecio. No se muestra cómo comienzan temer a la muerte y a percibir la longevidad de los elfos como un privilegio injusto del que se priva a los humanos porque tienen prohibido viajar hacia el Oeste, a Valinor, aunque no sea tal el motivo de su mortalidad; porque de nuevo se nota que en la serie se pretende obviar todo lo referido a la Trascendencia. En cambio, aparecen unos trabajadores númenoreanos indignados porque los incansables trabajadores élficos les iban a quitar sus puestos de trabajo. Dejando aparte que los elfos viajaban a Númenor de visita turística y poco más, ni los eldar ni los númenoreanos tenían ningún problema para garantizarse el sustento, y el trabajo que pudieran realizar era más un placer que una carga.

Es cierto que toda obra artística es hija de su tiempo. Independientemente de cuando esté ambientada; cabe recordar que el legendarium se desarrolla en un antiquísimo pasado mítico que se inicia en el principio de los tiempos; una obra siempre va a reflejar parcial o totalmente las vicisitudes de la sociedad que la vio nacer. Esto sucede claramente en Los Anillos de Poder, pero no estoy aludiendo a la elfofobia númenoreana, ni a otros asuntos de los que se ha hablado continuamente, y que si están bien hilados e integrados en la historia que se quiere contar no constituyen ningún problema. Lo que quiero exponer es el paso  definitivo que da la serie para apartarse de la obra de Tokien y que responde a una de las características de nuestra sociedad posmoderna y materialista: la ausencia de la Trascendencia en la vida, actos y motivaciones de los personajes y de las personas. No me refiero solo a la Fe católica que profesaba Tolkien, o a cualquier otra religión, sino también a una visión menos materialista o utilitarista de la vida, y con una influencia mayor de lo metafísico en el mundo tangible, que es consustancial a los buenos cuentos de hadas.

Como buena mitología que es, la obra de Tolkien gira en torno a las grandes cuestiones que desde siempre se ha planteado la Humanidad: el sentido de la vida y de la muerte, la ética en las relaciones entre las personas y los pueblos, o con el resto de las criaturas con las que compartimos nuestro hogar, e incluso como nos tratamos a nuestro propio hogar: la Tierra. En el legendarium la inmortalidad élfica y la mortalidad humana, así como la libertad que confiere esta última, subyacen en la inmensa mayoría de los conflictos que desafían a los Hijos de Eru. En la serie, tan sólo Adar, el uruk, se plantea estas cuestiones y las asume como sus motivaciones. Es lo que le convierte en un personaje interesante y carismático.

La ausencia de la Trascendencia se traduce, también, en la visión que Los Anillos de Poder nos ofrece  de Valinor, como el hogar de los elfos, aunque en realidad fuera el de los valar. Los eldar fueron invitados por los valar a vivir con ellos, y de entre ellos los noldor volvieron a la Tierra Media, pero no para perseguir a Sauron. Sin embargo, puede que fuera muy arriesgado desarrollar una trama sobre el pecado en una serie, si se va a emitir por televisión. Como Valinor, según la serie, es el hogar de los elfos y no hubo ningún pecado contra los valar ni contra los elfos teleri, es el Rey de los noldor, Gil-Galad, quien otorga la gracia de viajar a Valinor. Aunque, tal viaje parece muy diferente de ser una gracia, ya que se asemeja más a la preparación de unas víctimas propiciatorias de un sacrificio, que a la vida en el Reino Bendecido.

Por todo lo expuesto, creo que está claro que la serie Los Anillos de Poder no es una adaptación de las obras de Tolkien, sino que es un fanfiction inspirado en el legendarium. Por supuesto, que no hay nada negativo en ello. Ya lo he dicho antes, se puede disfrutar de un fanfiction bien realizado, sea o no sea fiel a la obra original. Aunque para ello, Amazon debe esforzarse más en apartarse de las películas de Jackson, en centrarse menos en el público estadounidense y en permitir que el misterio de la Trascendencia aparezca en la serie. Asimismo, la propia publicidad de Amazon se había creado un problema cuando anunció la serie como una adaptación que además iba a completar todo aquello que el profesor no pudo terminar, algo así como una edición revisada y aumentada. De ahí, la desconfianza que ha suscitado la serie entre muchos lectores se Tolkien. La pretensión de "completar" al profesor no es fácilmente entendible, y el riesgo de que el gran público asuma como parte de la obra de Tolkien, episodios que son creación de otros autores es bastante real.

No quiero acabar sin comentar una pregunta que se nos plantea recurrentemente a los que no estamos entusiasmados por la serie: entonces ¿por qué sigues viendo Los Anillos de Poder? Los humanos mortales, y esto también se puede encontrar en el legendarium tolkieniano, no somos perfectos y tendemos a ser contradictorios. Las personas que son absolutamente coherentes en su vida o son santos, si su coherencia está guiada por el Amor, o muy peligrosos si su coherencia se debe a una obstinación irreflexiva. Por otro lado, tengo una gran curiosidad intelectual, es decir, que me gusta saber más y más de todo aquello que me llama la atención, así que es normal que me interese la visión que puedan tener otros sobre la obra de Tolkien. En relación con esto, también está la ilusión. Aunque nos baste con los libros, no cabe duda de que a cualquier lector apasionado por la obra de Tolkien le hace una gran ilusión que ese universo sea representado en otros medios. Finalmente, puedo señalar a la esperanza como motivo para ver Los Anillos del Poder.

La esperanza es otro de los grandes temas que aparecen en el legendarium, Estel, esperanza es el nombre que Aragorn recibe durante el tiempo que vivió en Rivendel, la casa de Elrond. Así pues, que un producto esté relacionado con la obra de Tolkien ya alienta la esperanza del lector, oyente o espectador. También hay aspectos en la serie que me permiten mantener cierta esperanza en que, si no todos, algunos personajes reflejen lo que subyace en el legendarium. Como he comentado antes, Arondir, Disa y Durin (y el resto de los enanos) y Adar, el uruk como él mismo se define, ofrecen al espectador aspectos importantes directamente relacionados con las obras del Profesor. También mantengo la esperanza en la serie, porque sé que entre las personas que han colaborado en la misma, con diferentes responsabilidades e implicaciones hay quien ha puesto todo su cariño y conocimiento en que Los Anillos del Poder siendo, lícitamente, una producción de una empresa y realizada con los gustos e intereses de dicha empresa, honre y evoque el el espíritu que brotaba de la realidad filológica y mitológica que reside en toda la obra de John Ronald Reuel Tolkien.




UNA VISITA INESPERADA (Inspirado en Tolkien y en Andersen)

Este cuento fue publicado originariamente en Estel. Revista Oficial de la Sociedad Tolkien Española , nº 98, Invierno de 2002, pp. 60-61.  J...