miércoles, 9 de marzo de 2022

EL PADRINO, 50º ANIVERSARIO DE UNA OBRA MAESTRA





 EL PADRINO, 50º

ANIVERSARIO DE UNA OBRA MAESTRA

Este mes de marzo se cumplen 50 años del estreno en EE UU de una de las mejores películas de la Historia del cine El Padrino, The Godfather en su título original, dirigida por Francis F. Coppola adaptando la novela homónima de Mario Puzo, quien también escribió el guión de la película junto a Coppola. No voy a hablar de los avatares de la realización de la película, porque son de sobra conocidos, ni sobre las cualidades artísticas y técnicas de la misma porque no estoy capacitado para ello, más allá de afirmar que me parecen auténticas maravillas y que Coppola es uno de mis directores favoritos de todos los tiempos y me fascina su forma de narrar, mostrar, describir, enfocar, etc. Y qué decir de su fantástico reparto: Marlon Brando, Al Pacino, Robert Duvall, James Caan, Diana Keaton, Talia Shire...

Tan sólo voy a aprovechar la efémeride para hablar de una de mis películas favoritas, puede que mi película favorita (aunque a mí me cuesta tener un favorito en cualquier cosa) que habré un visto, al menos, un par de decenas de veces, en su primera versión doblada y en su versión original, y de la que también he leído la novela en que se basa diez o doce veces. Justo me gustaría empezar por la relación entre la novela y la película. Pese al manido tópico de que siempre es mejor la novela que la película, creo que en este caso la calidad artística de la película supera con creces la de la novela de Puzo. Eso no significa que piense que la novela sea mala, si fuera así, no la habría leído tantas veces, y Mario Puzo escribía muy bien, incluso en las circunstancias adversas en que escribió El Padrino,  buena prueba de ello es el magnífico guion del filme. Sin embargo, la novela no alcanza la categoría de obra maestra de la literatura, como sí lo hace la película respecto del cine. La novela no llega a conmover, en el sentido de tocar esa fibra del alma humana que se deleita con la belleza del arte, como lo logra la película. Además, la cinta provoca que el espectador se plantee, respecto a su vida y la sociedad, ciertas cuestiones suscitadas por la trama de la película. De ahí proviene un asunto que siempre aparece cuando se habla de El Padrino, la fascinación que provoca en los espectadores su retrato del mundo de la mafia (palabra que no se pronuncia en toda la película) y dentro de ese mundo, la empatía que se crea con los Corleone, aun siendo plenamente conscientes que son unos criminales.

La fascinación por el mundo de la mafia que se puede derivar de la película El Padrino en realidad no es tan acusada como parece, ya que lo que se nos presenta en la película no se corresponde con las prácticas de la mafia que han salido a la luz gracias a  las diferentes investigaciones policiales y periodísticas. No hay que olvidar que la mafia es una organización secreta, y que aunque la sociedad sufra las consecuencias de su actividad delictiva y de su infiltración en ciertas instituciones públicas, su organización interna y protocolos propios, por así decirlo, nos son desconocidos para el gran público. De hecho, parece ser que algunas de las prácticas que aparecen en la película fueron adoptadas posteriormente por la mafia. 

En cambio, está perfectamente reflejado en la película es el poder que la mafia acumula y ejerce sin apenas cortapisas sobre las sociedades estadounidense e italiana, que son las en las que se centra la película. Ese poder es la causa de la fascinación, que no admiración, por la mafia que despierta la película. Aunque en la reunión de La Comisión de las familias de EE UU Emilio Barzini afirme que ya no era como en los viejos tiempos, en que podían hacer lo que quisieran, de hecho en la película, y, más aún, en su genial secuela, (e incluso en la película que cierra la trilogía, injustamente infravalorada porque al lado de dos obras maestras una muy buena película palidece, pero sigue siendo muy buena) se demuestra que podían hacer, y hacían, lo que querían, la única limitación real a que se enfrentaban era el resto de las familias. 

Más allá de sus propios conflictos, la mafia ejerce un auténtico "poder del poder''. Es un poder del poder, porque como claramente se refleja en el cartel de la película, ellos mueven los hilos del poder en social y político. Poco después de retirarse, don Vito está hablando con Michael en el jardín, en una de las conversaciones entre padre e hijo más destacables de la historia del cine por su lograda combinación de cariño paterno filial con la crudeza del tema que están tratando. Don Vito le confiesa a Michael que él hubiera deseado que Michael no hubiese tenido que asumir la jefatura de la familia, porque, y aquí nos encontramos con la más importante cualidad que tiene don Vito: percibir exactamente la pasta de qué está hecha cada persona, Michael era el mejor dotado de entre sus hijos para ejercer el poder, y por lo tanto, bien podía haber llegado a ser un senador Corleone o un presidente Corleone. Sin embargo, está claro que el poder de los Corleone es superior al de cualquier senador, y el poder del Presidente de los EE UU no es mayor que el de los Corleone, entonces ¿por qué don Vito le ha dicho a Michael lo que le ha dicho? Porque el lenguaje de la mafia no es el del resto de la sociedad. En realidad, don Vito ha bendecido la jefatura de Michael, le ha indicado que está orgulloso de él y que se siente tranquilo ante la cercanía de su propia muerte ya que deja a la Familia en las mejores manos, ya que Michael no sólo tiene la capacidad de mantener el poder de los Corleone, sino que también de incrementarlo aún más.

La fascinación por el ejercicio del poder del poder por parte todas la familias mafiosas (y todos sus miembros) en la película también se debe a  que ese poder se debe a que se permiten hacer todo aquello para lo que estén capacitados si redunda en su beneficio. Si tienen la posibilidad de robar, extorsionar, explotar sexualmente, matar etc. para consolidar y aumentar su poder,lo harán. La Ley, es obvio, no existe para ellos.  De hecho, consideran que cumplir las Leyes dictadas por los "peces gordos" de la política, es  lisa y llanamente estúpido y humillante, mientras que ellos son lo suficientemente listos y valientes como para doblegarse ante dichas leyes. Es más, saben de la mejor tinta posible, que quienes elaboran esas leyes, son tan ladrones como ellos mismos, así que bien pueden aplicar el argumento autojustificativo de “quien roba a un ladrón…”. 

Sin embargo, la práctica de hacer cualquier cosa de la que sean capaces para obtener un beneficio no se reduce al incumplimiento del Código Penal. El mundo de la mafia, como parte del mundo del mal, es un mundo de codicia y traición. En la película El Padrino se nos presentan muchas afirmaciones de admiración y respeto mutuos entre los jefes de las diferentes familias y bandas, pero ese respeto termina en el preciso instante en que alguien tiene la posibilidad de eliminar a un rival y apoderarse de todo lo suyo. En la reunión en el despacho de don Vito entre los Corleone y Virgil Sollozzo, El Turco, éste último muestra su admiración por el desdén con el que el propio don Vito habla de 1.000.000 de dólares, aunque hacía unos pocos segundos que había decidido matar al jefe de los Corleone. Por su parte don Vito al negarse a ayudar a Sollozzo en su negocio, también le dice que a él no importa lo que haga El Turco, al contrario, le desea la mejor de las suertes, pero al mismo tiempo ha decidido enviar a Lucca Brassi a enterarse exactamente de lo que se traen Sollozzo y los Tattaglia entre manos. Don Vito sabe que si Brassi detecta algo que sea peligroso para los Corleone, lo atajará con el más expeditivo de los métodos, ya que la principal cualidad de Brassi radica en su violenta naturaleza de una crueldad ilimitada, incluso para lo que los mafiosos están acostumbrados.

Dentro de cada familia y de cada gang  sucede lo mismo. No creo que para nadie resulte un spoiler comentar lo que sucede en el funeral de don Vito, y si alguien no ha visto la película que continúe leyendo en el párrafo siguiente. Tal como su padre le advirtió Michael es traicionado por alguien de su absoluta confianza, nada más morir don Vito. Ese alguien le ofrece a Michael una reunión con Emilio Barzini para “solucionar” sus diferencias. Aunque Michael sabe lo que significa solucionar, su padre se lo explicitó: “En esa reunión serás asesinado”. Michael y Tom Hagen suponen que la traición vendrá de Sal Tessio o de Pete Clemenza, que han sido los caporegimes  de don Vito desde que éste creó su imperio. A través de ellos, un joven Vito Corleone se introdujo en el mundo del crimen, y por sus largos años de fidelidad, servicio, experiencia etc., así que ambos esperaban que Michael les permitiera crear sus propias familias independientes, aunque aún fueran leales a los Corleone. Dado que Michael se lo ha negado, ambos tienen razones para estar resentidos. Sal Tessio le ofrece el encuentro a Michael. Tom Hagen se sorprende de que haya sido Tessio, sabe que Clemenza es más violento y duro que Tessio. Sin embargo Michael le recuerda que Tessio siempre fue el más inteligente de los dos, y que tan sólo está apostando por el bando al que la lógica daría como seguro ganador. En ese momento, Michael está pensando que el plan de Tessio sólo falla en un detalle; que él, Michael Corleone, es más listo y más duro que Tessio, Barzini, Tattaglia y todos sus aliados juntos. 

Así lo demostró Michael en una de las mejores escenas de la película, y que en mi opinión hacían a Al Pacino merecedor del Oscar al mejor actor. La actuación de Brando es genial, pero la de Pacino es sublime, y con una mayor economía de gestual. Michael,  sentado en una butaca se transforma delante de nuestros ojos del insulso colegial, por muy héroe de la Campaña del Pacífico que sea, que todos, salvo el obligadamente ausente don Vito, consideran que es, en el auténtico jefe de la familia Corleone dispuesto a todo, con tal de derrotar a sus enemigos. Santino desea matar al Turco, pero su vehemencia impide que sea un buen plan. Tom Hagen piensa que no se puede matar a Sollozzo, mientras que el capitán McCluskey de la policía de Nueva York sea su guardaespaldas, tanto la policía como el resto de las familias se echarían encima de los Corleone, bien por haber matado a uno de los suyos, bien por haber puesto en serio peligro todos sus negocios  ilegales, por desafiar directamente a la policía.

Sin embargo, mientras la cámara se le acerca, Michael expresa con una aterradora frialdad su plan para matar él mismo tanto a Sollozzo como a McCluskey. Santino, Clemenza y Tesio se ríen de él, mientras que Tom hace un gesto de preocupación, los cuatro piensan que lo que acaba de decir Michael es una insensatez provocada por el resentimiento. Michael no se deja arredrar por su hermano mayor, y sin dignarse en mirar a los caporegimes se dirige a Tom para explicarle que se puede asesinar a un capitán de la policía que está involucrado con un traficante de drogas. La familia Corleone tiene la capacidad de realizar una campaña de prensa de desprestigio de McCluskey, y él puede matarlos a ambos. Así, los Corleone eliminan la amenaza contra la vida de don Vito, y contra su poder. Michael, por un lado, y el resto de la familia, por otro, pagará un precio por ello. Pero si existe la posibilidad de hacerlo, y puede redundar en un beneficio para su familia, Michael matará al Turco y a su guardaespaldas, porque “no es personal, solo son negocios”.

Sin embargo, hay algunas ocasiones en que pudiera parecer que los Corleone no cumplen la norma no escrita de “si podemos hacerlo, lo hacemos”, en realidad, no rompen esa norma, pero ahí entra la personalidad de don Vito, y como lo retratan Puzo y Coppola, mediante el guion y la dirección. Una de las grandes cualidades de El Padrino es la cantidad y calidad de personajes que participan en la trama de la película, y las grandes interpretaciones de los actores que los representan, pero el carisma que desprende la figura de Vito Corleone opaca al resto de los personajes, incluido Michael que tanto por su evolución, como por la actuación de Al Pacino bien podría ser el protagonista de la cinta. Además, hay que destacar que aunque la presencia de don Vito en pantalla es escasa, ¡pero qué bien aprovechada!, cuando él no está presente en la pantalla, su figura está presente de alguna forma para el resto de los personajes. La fuerte y carismática personalidad de don Vito es la fortaleza de la familia Corleone, aunque sus enemigos la perciban como una debilidad, si don Vito es eliminado, la familia Corleone tendrá que plegarse a las demandas del resto de las familias. 

Como el resto de los jefes de las familias mafiosas don Vito es violento y cruel, y  también ambicioso. Sin embargo no ambiciona el dinero y los bienes materiales de la misma forma que otros jefes, ambiciona el poder como medio para garantizar su posición y desde ahí ganar dinero, que a su vez le proporcione más poder. El resto de los jefes mafiosos también ambicionan el poder, qué duda cabe, pero la ventaja que sobre ellos tiene don Vito está en la prioridad de los métodos a utilizar para lograr ese poder. El dinero que compra voluntades y la violencia que fuerza esas mismas voluntades eran los métodos prioritarios de los rivales de Corleone. Sin embargo, para don Vito estos son los métodos secundarios, el primero era: él mismo. Su principal cualidad era, ya lo hemos dicho, discernir exactamente de qué pasta está hecho cada hombre, y qué es lo que cada hombre le puede ofrecer, o más bien, le puede dar a él

Bonasera temía que don Vito le pidiera eliminar el cadáver, o los cadáveres,  de algún miembro de un gang rival que hubiera sido asesinado por los Corleone, como pago a su amistad. Don Vito sabe que Bonassera no tenía ni la maldad, ni la frialdad para hacer algo así, por lo que nunca se lo iba a pedir. En cambio, le pidió algo que Bonassera podía hacer. Así actuaba don Vito. Michael le explica a Kay Addams que su padre practicaba el mismo método de los exploradores de los hielos polares, dejar reservas de víveres y pertrechos durante el camino de ida, para tenerlos en el camino de vuelta. Él ofrece su amistad, que incluye favorecer en todo a su “amigo” y como le explica a Bonasera, si alguien se convierte en enemigo de un amigo suyo, el propio don Vito considerará a ese tercero como enemigo suyo también, y ese tercero lo va a lamentar. A cambio, don Vito pide, sólo exige si falla el primer método, que sus amigos también le hagan favores que sean capaces de hacer y en los que ellos nada tienen que perder; esto último visto desde la perspectiva del propio don Vito, ya que a veces sus amigos sí tenían algo o mucho que perder. Esta amistad la sazonaba con un trato realmente cortés hacia todos sus amigos, a quienes hablaba de forma que éstos se sintieran importantes y valorados fuera cual fuera su situación personal y habilidad. Muchas personas temían a don Vito Corleone, y con razón, pero también es cierto que muchas personas le apreciaban sinceramente, como Genco Abbandando, Nazorine y su yerno Enzo, y muchos de sus antiguos vecinos de Little Italy en Manhattan.

Sin embargo, si alguien rechazaba la amistad de don Vito, éste iniciaba una negociación, económica habitualmente, con él. Don Vito tenía fama de hombre razonable, y puede ser que ese alguien se sintiera tentado de estirar la negociación esperando sacar el mayor provecho posible. Hasta que llegaba un momento en que don Vito, sin variar un ápice sus buenos modales y su amabilidad le hacía “una oferta que no podrá rechazar”. En términos económicos era la oferta menos provechosa para el otro, pero si la rechazaba, moriría sin posibilidad alguna de huir de Lucca Brassi o de cualquier otro de los colaboradores de don Vito Corleone.

La cortesía y el sentido que de la amistad tenía don Vito le lleva a hacerse de rogar y a aparentar sentirse ofendido ante la petición de Amerigo Bonasera. Si se hubiera ofendido de veras por la actitud de Bonasera, no habríamos vuelto a ver a este personaje con vida. Pero finalmente, una vez que Bonasera reconoce que necesita de la amistad de don Vito, éste acepta cumplir la petición de venganza del funerario, por cierto otro gran acierto en la confección del reparto fue la elección de Salvatore Corsitto para este papel. Sin embargo, la petición de Bonasera se ve rebajada, don Vito se niega a matar a los infames que ultrajaron a la hija de Bonasera, aduce que no puede hacerlo porque no sería proporcionado al daño sufrido y porque, aunque no lo dice, Bonasera le ha ofrecido dinero. Sin embargo, sabemos que don Vito puede hacer lo que quiera sin ningún impedimento legal, y que en su “código moral” no existe la proporcionalidad. En efecto, después de que Bonasera haya solicitado el perdón de don Vito, éste le recuerda que si alguien hace daño a un amigo suyo, él lo considerará un enemigo personal suyo también. Es decir, le está  recordando a Bonasera que si no se hubiera apartado de su amistad, o que si no hubiera acudido a la justicia  americana en vez de a él, los dos criminales que atacaron a su hija, estarían muertos, más aún cuando la hija de Bonasera era la ahijada de la señora Corleone, y para un siciliano ese es un vínculo sagrado. 

Quizás la negativa más conocida de don Vito sea la que le da a Sollozzo, y reiterará casi dos años después ante La Comisión, al rechazar participar en el negocio del tráfico de drogas. En este caso también se explica desde la personalidad de don Vito. En primer lugar, no se fía de Sollozzo. En un mundo como el de la mafia, nadie se fía de nadie, pero a pesar de ello hacen negocios juntos porque todos saben qué intenciones tienen los demás, sus objetivos, fuerzas, recursos y apoyos. En cambio, en el caso del Turco apenas lo conocen en EE UU, tiene ciertos contactos en Sicilia que los Corleone no han logrado averiguar en qué consisten y además, la capacidad innata de don Vito para juzgar a los hombres le hace desconfiar aún más de lo normal de Sollozzo. Por eso, enviará a Brassi a averiguar qué y quién hay detrás del Turco. Hasta la reunión de La Comisión don Vito no sabrá que los Tattaglia no eran más que una cortina de humo para ocultar que Emilio Barzini era el verdadero patrocinador de los negocios de Sollozzo en los EE UU, mientras que sus apoyos sicilianos no saldrán a luz hasta la tercera película. Además, a don Vito tampoco le gustó que pudiera haber influencias directas de familias sicilianas en los negocios de EE UU, mejor que cada uno administre los negocios de su casa, y por otro lado, los italoamericanos opinaban que los sicilianos eran demasiado directos y violentos a la hora de resolver los conflictos motivados por los negocios.

Además don Vito tiene otro motivo para rechazar el tráfico de drogas: es un asunto peligroso. Todos los asuntos de la mafia son peligrosos, pero de un lado tienen la posibilidad de evitar injerencias legales, que podrían surgir en el caso de que entraran en el narcotráfico. Todos esos políticos, jueces, etc. que, como amigos de don Vito que son, hacen la vista gorda ante los negocios de la mafia, no harían lo mismo frente al tráfico de drogas por el enorme daño que éstas infringen a la sociedad, por lo que existía la posibilidad de perder todos sus negocios por la acción de la Ley. Sin embargo, don Vito se equivoca; y él lo sabe, de hecho lo tiene previsto. La cantidad de dinero que genera el narcotráfico es tan grande, que tarde o temprano encontrarían algún “pez gordo” de la política al que convencer para que mirase para otro lado. Más peligroso era, en realidad, que al ser tantísimo el dinero que se mueve en torno a los narcóticos que hubiera más bandas, incluyendo las ajenas a la mafia, que quisieran entrar en el negocio. Los mafiosos no eran comunistas, como deja claro Barzini, pero tampoco eran partidarios de la libre competencia, el oligopolio o el monopolio eran preferibles para ellos, y para lograrlo tendrían que eliminar a los nuevos competidores, si éstos, a su vez, no los eliminaban  antes a ellos. Además, su afán monopolista le empujaba a don Vito a rechazar participar en un negocio que no estuviera bajo su control absoluto. El papel de mero financiador y protector del negocio de otro no era algo que ningún jefe mafioso aceptaría de buen grado, y don Vito menos que ninguno.

Emilio Barzini cree que don Vito ha perdido sus facultades y su poder,  y que por otro lado no hay ningún heredero que esté a la altura del viejo don Corleone o que no pueda ser eliminado. Por ello, actuando como jefe, de facto, de todas las familias declara que La Comisión aprueba el tráfico de drogas. La familia Corleone no tiene más remedio que claudicar y aceptar la decisión. Todos, incluso varios miembros de los Corleone, piensan que están acabados, aún retienen parte de su poder y de sus negocios, pero sólo es cuestión de tiempo que desaparezcan, absorbidos o eliminados por la familia Barzini. Sin embargo, don Vito no es “descuidado”, y se ha guardado un as en la manga que propiciará el triunfo de los Corleone: su hijo Michael.

Michael no tiene el mismo encanto personal que su padre, pero ha aprendido de éste el valor de tener “amigos” leales, y se ha dedicado a fondo en demostrar a los más poderosos, pero menos conocidos, que con él al mando disfrutaran de las mismas prebendas y discreción que con su padre. El menor encanto de Michael se debe a que él es más frío que su padre, de cara a tejer lazos de amistad puede suponer una desventaja. Pero de cara a la planificación estratégica es una ventaja, y más aún cuando dicha estrategía requiere del empleo brutal, pero controlado, de la violencia. Así, desde que don Vito se retira, Michael comienza a planear el golpe por el cual vengará todas las afrentas sufridas por los Corleone, acabará con todos sus enemigos y consolidará el poder de su familia en el crimen organizado estadounidense.

En la magistral escena  en que se combina el “ajuste de cuentas” al resto de las familias y a los que osaron traicionar a las Corleone, con el bautizo de sus sobrino, Coppola nos da una lección de narrativa cinematográfica en la forma en que nos presenta definitivamente quién es Michael Corleone. Michael Corleone es el cruel e implacable jefe de la más poderosa familia mafiosa, que es capaz de mentir, sin mover un sólo músculo de su rostro, a Dios, a su hermana y a su esposa. El poder del nuevo don Corleone, del nuevo Padrino es omnímodo, pero a diferencia de su padre, Michael no logrará evitar que sus seres queridos sufran por su causa. 

jueves, 3 de marzo de 2022

HE AQUÍ AL HOMBRE


 “He aquí al hombre” (Jn. 19, 5)



 Con esas pocas palabras Pilato pretende eludir su responsabilidad. Ya ha interrogado a Jesús sobre lo único que le importa, si Jesús es el Rey de los judíos (Jn. 18,  33), si es un rey de este mundo que pueda actuar como “los reyes de las naciones” (Lc. 22, 25). Esos reyes a los que Pilato, al igual que Herodes, teme, pero a los que ambos también envidian y cuyo poder los dos ambicionan sin medida. Jesús no es ese tipo de Rey, así se lo había dicho a sus apóstoles: “yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc. 22, 27). Pilato no puede comprender qué el reino de Jesús no sea de este mundo, pero eso no le importa (Jn. 18,  37-38). El pretor ya tiene la excusa que necesitaba para que sean los sumos sacerdotes y los guardias del Templo quienes decidan la sentencia de Jesús (Jn. 19, 6).


 Los sumos sacerdotes ya habían decidido, incluso antes de juzgarlo, que Jesús debía morir: “Vosotros no entendéis ni palabra, no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera” (Jn. 11. 49-50). Sin embargo, Caifás no dijo estas palabras pensando en el bien del pueblo de Israel, ni mucho menos pensando en la Salvación de la Humanidad, lo dijo pensando en el mantenimiento de la posición de los sumos sacerdotes al frente del Templo que les confería un gran poder sobre el pueblo de Israel. Si Jesús era el rey que Israel estaba esperando (Mt. 11, 3-7), Jesús era una amenaza para ese poder que había reducido el amor a Dios al amor al Templo, y el fiel cumplimiento de la Ley de Dios, a la mera apariencia de su cumplimiento vacío y opresivo (Mt. 23, 2-26).  Los sumos sacerdotes tampoco han entendido la realidad del reino de Jesús, y tampoco les importa no entenderlo.


 Pilato, Herodes, los sumos sacerdotes, todos se han equivocado al juzgar a Jesús desde el miedo a perder su poder y despreciando a quien desprecia el poder. Han oído a Jesús, pero no le han escuchado, han visto a Jesús, pero no le han mirado. Y allí, en el  enlosado (Jn. 19, 13) del Tribunal de Poncio Pilato siguen sin escucharle y siguen sin mirarle. Seguro que no pudieron mirarle a los ojos, pero tampoco le miraron a las manos.


 Las manos de Jesús están atadas, pero no son las manos de alguien que ha sido derrotado. Las manos de Jesús, con las palmas vueltas hacia el Cielo, son las manos de  quien va a entregar su vida por sus amigos (Jn. 15, 13), en la Cruz, porque “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn. 3, 14-16). Las manos de Jesús,  con las palmas vueltas hacia el Padre, no son las manos de un rey de las naciones que ha sido vencido. Las manos de Jesús son las manos del Rey que vence a la muerte para curarnos del pecado, porque las manos del Rey verdadero son las manos que curan, son las manos que nos redimen, que son las manos de Nuestro Padre Jesús Divino Redentor Rescatado.




UNA VISITA INESPERADA (Inspirado en Tolkien y en Andersen)

Este cuento fue publicado originariamente en Estel. Revista Oficial de la Sociedad Tolkien Española , nº 98, Invierno de 2002, pp. 60-61.  J...