miércoles, 25 de agosto de 2021

LA LUCHA ENTRE PARIENTES DE GONDOR: TOLKIEN DENUNCIA EL CRIMEN Y PECADO DEL RACISMO

 Es sabido que Tolkien escribió su legendarium de la Tierra Media para que hubiera un lugar y una época íntimamente relacionados, con nuestro mundo real donde los personajes hablaran las lenguas que el profesor inventó según sus gustos filológicos y estéticos. Además, Tolkien deseaba dotar a su país: Inglaterra, de una mitología nacional equiparable a la clásica grecorromana o a la nórdica, con el conjunto de cuentos, novelas, cronologías, genealogías, mapas, etcétera que conforman el legendarium, Así pues, como gran obra literaria y mitológica que es el legendarium trata de los grandes temas que preocupan a la Humanidad desde que ésta tomó conciencia de sí misma. No sólo trata de esos temas, sino que también interpela al lector sobre ellos, porque si no lograra conmover tanto la mente, como el espíritu del lector, no podríamos calificarla ni como gran obra literaria, ni tampoco como mitología.


La relación de los humanos con la Trascendencia, con la Tierra y sus criaturas vivientes y con otros humanos son algunos de estos grandes temas que resuenan en las páginas de la obra de Tolkien, incluso en aquellas páginas dedicadas a los tiempos anteriores al nacimiento de los Segundos Hijos de Eru. El Don que Eru tenía reservado a los humanos influyó en los sucesos previos al despertar de la Humanidad, aunque los protagonistas de aquellos tiempos antiguos no fueran conscientes de ello. Por supuesto, desde la aparición de los hombres, el Don de Eru será el eje sobre el que giren todas las acciones de los humanos, ya sean actos heróicos, generosos, buenos, y honorables,  ya sean actos cobardes, egoístas, malvados y mezquinos.


En el presente artículo me centraré en alguno de los actos cobardes, egoístas, malvados y mezquinos como los que desembocaron en una guerra civil en el Reino de Gondor. Si cualquier guerra es una gran desgracia para los pueblos que la padecen, una guerra civil incrementa la gravedad de esa desgracia y provoca la ruina humana, social, económica y  moral de los que la sufren. En una guerra civil se desvelan los peores aspectos de la maldad que puede albergar el ser humano. La causa de la Lucha entre Parientes de Gondor se encontraba en una de esas facetas horribles de los humanos: el racismo.


Más de diez siglos después de la fundación de los reinos númenoreanos en el exilio, el Reino de Gondor alcanzó la cúspide de su poder y desarrollo durante el reinado de Hyarmendacil, pero sus descendientes inmediatos no se preocuparon de proteger activamente su Reino. Fue el bisnieto de Hyarmendacil, el rey Minalcar quien se dio cuenta de la necesidad de fortalecer las defensas y cimientos del Reino, porque si Gondor seguía debilitándose, sería atacado tarde o temprano. Además, Minalcar no se fiaba plenamente de las intenciones de los Hombres del Norte, a pesar del parentesco, que aunque lejano, tenían los norteños con los dunedain. 


Minalcar lanzó una guerra, preventiva se diría hoy en día, contra los Hombres del Este, que además le sirvió para comprobar la fidelidad de Vidugavia, caudillo de los norteños, para con el Reino de Gondor. Después de esta guerra el rey de Gondor adoptó el nombre de Rómendacil y Vidugavia se tituló a sí mismo Rey de Rhovanion. Los lazos de amistad entre Rhovanion y Gondor se afianzaron hasta el punto de que el hijo del Rey de Gondor convivió con Vidugavia y su familia. Durante esta convivencia el príncipe gondoriano se enamoró de la hija de Vidugavia, con la que contrajo matrimonio.


Llamado por su padre a participar en los consejos del Reino, Valacar volvió a Gondor acompañado de su esposa e hijo Vinitharya, acompañados  los tres de un grupo de nobles norteños. Aunque en Gondor, Valacar le dio a su hijo el nombre de Eldacar, algunos aristócratas gondorianos no ocultaron su descontento con la posibilidad de que el hijo de una extranjera llegara a ser Rey de Gondor. Aducían que si Eldacar alcanzaba el trono, la longevidad de los reyes de Gondor y la grandeza del Reino declinarían a causa de la “impureza” de la sangre de Eldacar.

Los rebeldes esgrimían el racista argumento de que la limpieza de sangre númenoreana era fundamental para mantener la majestad de sus reyes y el poderío de Gondor. Sin embargo, olvidaban o pretendían olvidar que la decadencia de Gondor se había iniciado un par de siglos antes y que había sido causada por los propios gondorianos, de manera similar a como le sucedió a Númenor. Además Eldacar fue un hombre que aunó en su persona las mejores características de Gondor y de los Hombres del Norte, así que su capacidad era superior a la del pretendiente a la corona Castamir.


Castamir apoyado por el grueso de la armada se rebeló contra su Rey. Tras una sangrienta guerra, en la que los que pretendían salvaguardar las esencias de Gondor, arrasaron la ciudad de Osgiliath, Castamir se adueñó del trono, y más que un rey fue un tirano cruel para Gondor.


Diez años después, Eldacar logró recuperar su trono con la ayuda de los Hombres del Norte. A partir de ese momento hubo más uniones y descendencia entre la gente de Gondor y la del Norte. A pesar de lo que pensaban los defensores de la pureza de la sangre, no se aceleró el declive de Gondor por dichas uniones. Para la lenta pero continua e inexorable decadencia de Gondor “la causa era sin duda la Tierra Media misma, y la lenta retirada de los dones númenoreanos después de la caída del País de la Estrella” como se nos informa en Los Pueblos de la Tierra Media.


Es decir, Tolkien nos muestra la falacia de la presunta superioridad de los pueblos sin mezcla, sino que, por el contrario, la Casa Real de Gondor recupera parte de su vigor perdido al unirse con familias norteñas. Además, se señala en el relato que quien se engreía por su pureza de sangre se convierte en un tirano cruel. Finalmente, pero no menos importante, en esa interpelación que toda gran obra literaria hace al lector, La Lucha entre Parientes nos advierte de que la decadencia de Gondor, sus problemas, así como buena parte de los males que sufre la Humanidad en la “saga realidad” se deben  a nuestras faltas, a nuestros pecados que diríamos los creyentes. La duda desesperanzada ante la vida y la muerte (el temor al Don de Eru que sufrieron en Númenor y Gondor) y ante la libertad responsable que nuestra mortalidad conlleva, la codicia por los bienes materiales y el desprecio a otros seres humanos son la causa de muchos de los terribles dramas e injusticias que sufre nuestro mundo actual.


miércoles, 11 de agosto de 2021

EL GRAN RELATO

 “Es cierto que algunos pocos, muy pocos de entre los nuestros dudan de que sucediera tal como aún se cuenta, tal como lo seguimos contando nosotros cada noche que no hay Luna. Esos, que piensan más de lo que trabajan, dicen que han pasado muchas generaciones y que algunos hechos se fueron perdiendo de boca a boca, y que otros fueron añadidos por la imaginación o el entusiasmo de los sucesivos narradores. Hasta se atreven a dudar del nombre de nuestros primeros padres, o de que sus hazañas fueran realmente heroicas. Incluso, llegan a decir que Aquellos que Merecen el Olvido no lo merecían, y que no eran como se describe en el relato, en el Gran Relato. Pero nada de eso importa, porque nosotros sabemos que el Gran Relato es cierto, y que esta tierra es nuestra y que nosotros somos de esta tierra.”


Respiró profundamente, mientras el eco de aquellos pensamientos se apagaba para dar paso a los recuerdos que formaban parte del Gran Relato que demostraba la grandeza del Pueblo.

Aquellos exploradores, entre los que se encontraban sus antepasados directos, llegaron al Valle después de haber caminado durante varios inviernos, porque en aquel tiempo la única estación que conocían los años era el invierno. Contemplar aquella tierra libre de hielo, donde el agua corría y crecía la vegetación fue un auténtico regalo para sus ojos. Ahí estaba el merecido premio por los sufrimientos padecidos y la esperanza palpable para el futuro del Pueblo, cuya mayor parte caminaba a un día de distancia siguiendo el rastro que le marcaban los exploradores de la avanzadilla.


El más rápido de los exploradores salió corriendo a avisar al Pueblo del hallazgo del Valle. Las buenas noticias insuflaron nuevas fuerzas a todo el pueblo; guerreros, cazadoras, niños y ancianos como si sus pies no sintieran el peso de todos aquellos años de viaje. En unas pocas horas, todo el Pueblo había llegado al Valle, a su Valle.


La hija del Primer Brazo cazó un ciervo que fue la primicia que el Valle ofreció al Pueblo, y por ello, llamaron a su hogar el Valle del Ciervo. Asimismo, la futura Primer Brazo recibió el título de Sustentadora del Pueblo, y desde entonces a ella eleva el Pueblo sus plegarias cuando la caza escasea.


Al cabo de unos días ya estaban perfectamente asentados en su nuevo hogar, en su hogar, su tierra: el Valle del Ciervo. Así que no tuvieron ninguna duda a la hora de enfrentarse a Aquellos que Merecen el Olvido. No podía haber piedad y no la hubo. El Pueblo había sufrido durante demasiado tiempo como para permitir que Aquellos que Merecen el Olvido le negaran su esperanza y su futuro. Todos  murieron, y como es lógico y justo, nadie del Pueblo recuerda ni sus nombres, ni su lengua.


Satisfecho con su recuerdo del Gran Relato, el actual Primer Brazo hundió los dedos en el cuenco lleno de pigmento ocre y después trazó varias líneas en su rostro y brazos. Todos los guerreros y las cazadoras imitaron el gesto que les revistió de la fuerza y el valor de sus antepasados desde hacía tanto tiempo como el mundo es mundo, como el Pueblo vivía en el Valle del Ciervo. Ahora estaban preparados para luchar, para matar a los Recién Llegados, a los Usurpadores del Valle, porque como se contaba en el Gran Relato aquella tierra era del Pueblo y el Pueblo era de aquella tierra desde siempre y así, iba a ser  para siempre.

EL TREN

Escribí este cuento durante el pasado mes de febrero para presentarlo al XXIV Certamen Internacional de Cuentos Lenteja de Oro de La Armuña ...