Ahora han sido las obras de Roald Dahl, pero antes han sido las obras de otros, y me temo que en un futuro no muy lejano, serán las de obras de otros autores las que sufran la censura del siglo XXI, por ello me gustaría dar mi opinión sobre este tema.
Vaya por delante que Roald Dahl no es un autor que me entusiasme demasiado, porque me parece que en su literatura se aparta a los niños del mundo de los adultos, e incluso. Yo siempre he pensado (fue una gran alegría la que me llevé cuando descubrí que Tolkien había pensado lo mismo antes que yo) que los niños son seres inteligentes, como miembros de la especie Homo Sapiens que son. Aunque debido a su corta edad son inexpertos en la vida, eso no los convierte en tontos, ni les otorga una bondad natural que se echa a perder según cumplen años. Es decir, los niños tienen capacidad para diferenciar la ficción de la realidad, y el bien del mal. Así pues, pueden entender que el mal comportamiento que se representa en una obra no constituye ningún modelo a seguir, sino que es justo, lo que no hay que hacer. Cualquiera que haya asistido a una representación de guiñoles, ha podido comprobar que hasta los más pequeños reprueban al "malo".
Así que no tienen sentido esas modificaciones que pretenden infantilizar (esto es hacer infantil, es decir degradar la capacidad intelectual del lector, y que por lo tanto, no es lo mismo que ser infantil, que consiste en mantener la capacidad de asombro y la sensibilidad para apreciar una historia bien contada) los libros, películas, etc… Una vez "corregidas" las historias presentan tramas en las que todo el mundo es bueno y respetuoso y por lo tanto no hay conflictos. En esas tramas todo se puede se conseguir si se desea "de corazón" y… sin esfuerzo alguno, y, por supuesto, el criterio individual de cada uno de los personajes es la única norma que deben acatar, eximiéndoles de cualquier responsabilidad por las consecuencias de sus actos.
Asimismo, como los niños se asustan ante los aspectos más duros y negativos de la vida (algo que es normal dado que son humanos, a los adultos también nos pasa, o debería pasarnos) esas "correcciones" pretenden que bajo ningún concepto dichos aspectos se les muestren a los niños. De esta forma, además de insultar a la inteligencia de los niños, les privamos de saber que ha habido, hay y habrá gente que trata mal a otras personas o a la naturaleza. No sabrán que se han cometido terribles crímenes contra las mujeres por el hecho de serlo, o contra muchas personas por la tonalidad de su piel, por sus creencias, ideas, origen social, orientación sexual, aspecto, capacidad física o condición mental, o que hasta los más mínimos logros sociales han costado mucho esfuerzo y sacrificios, pero que no hay ninguna garantía de que no sean revertidos. Por causa de esa misma privación, estarán indefensos si tienen que enfrentarse a gente que maltrata, abusa o discrimina. No me refiero solo al caso muy extremo y, espero, que innecesario, en que haya que responder mediante la violencia a un agresor, sino a algo tan básico como percibir que eso que les están haciendo está mal. Aunque las envuelvan con sonrisas o palabras bonitas hay acciones que están mal y quienes las hacen, saben que están obrando mal, porque los malos, pese a lo que se diga en las historias infantilizantes, son, en la gran mayoría de las veces, conscientes de lo que hacen. Por ello, tejen una maraña de excusas y autojustificaciones con las que se aprovechan de una sociedad infantilizada y debilitada además de todo lo anterior, por medio del engaño de afirmar que se puede alcanzar todo lo que se desea, por medio del engaño, que denunciaba Chesterton, de afirmar que los deseos son equiparables a los derechos.
Por otro lado, esta censura del siglo XXI conlleva en una incoherencia social y personal por parte de los "censores". Después de proclamar la superación de cualquier norma general, en favor del criterio personal en una suerte de autocracia vital, de individualismo extremo, se exige a otros que cumplan con las normas que estos autócratas se han otorgado a sí mismos. Como muchas obras realizadas hace tiempo, e incluso en la actualidad, reflejan las injusticias que existían, y que siguen existiendo, en vez de plasmar el mundo "feliz y perfecto", pero irreal de los censores, de los autócratas vitales, estos censores restringen la libertad de expresión de los autores, mientras que consagran su propia libertad de expresión como algo incuestionable que no admite ninguna opinión ajena, ni norma general que pueda ser aplicable al conjunto de la sociedad. Es decir, una vez más, las ideas que pueden facilitar la construcción de una sociedad más libre, justa y fraterna son convertidas en algo más valioso que los propios seres humanos, dando paso a la intolerancia y el fanatismo de los que las reducen a su única idea.
Como profesor de instituto veo cómo los libros de texto tratan de tontos a los alumnos de la ESO. Se lo intento hacer ver a mis alumnos y les justifico en que yo no lo hago mi "aumento de nivel" con respecto a lo que el libro trae. Ellos se quejan de que soy exigente. Hemos llegado a un punto en que ellos mismos se toman a sí como tontos.
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